19.8.24

Edna St. Vincent Millay. La infancia es el reino donde no muere nadie

La infancia no va de la cuna a cierta edad, y a cierta edad
el niño crece y olvida las cosas de niños.
La infancia es el reino donde no muere nadie.
   
Nadie que importe, claro. Los parientes lejanos, por supuesto,
mueren, a quienes uno no vio nunca, o apenas una hora, 
y le dieron un caramelo en una bolsita de rayas rosadas y verdes, o una navaja,
y se marcharon, y no puede decirse siquiera que hayan vivido.
   
Y mueren los gatos. Se tumban en el suelo y sacuden la cola,
y su áspero pelaje se convulsiona de pronto 
con pulgas hasta entonces inadvertidas;
brillantes y pardos, los gatos saben todo lo que hace falta saber,
y se apartan del mundo de los vivos.
Coges una caja de zapatos, pero es muy pequeña: la gata ya no se ovilla.
Así que buscas otra caja más grande, la entierras en el jardín y lloras.
   
Pero no te despiertas al mes siguiente, a los dos meses,
al año de esa muerte, a los dos años, en plena noche
y lloras, con los nudillos en la boca, y dices: Dios mío! Dios mío!
La infancia es el reino donde no muere nadie que importe: las madres y los padres no mueren.
   
Y si alguna vez has dicho: "Por el amor de Dios, es que siempre tienes que estar dando besos?".
O: "Te importaría dejar de hacer ruiditos con el dedal en la ventana? No puedo más!".
Mañana, o pasado mañana, si tus diversiones te entretienen hoy,
tendrás tiempo de sobra para decir: "Perdóname, madre".
   
Crecer es sentarse a la mesa con muertos,
que no escuchan ni hablan;
que no beben té, aunque siempre decían 
que el té era un gran consuelo.
   
Baja a la despensa y coge el último tarro de frambuesas; no los tentarás. 
Halágalos, pregúntales una vez más qué le dijeron
aquella vez al obispo, o al supervisor, o a Mrs. Mason;
no morderán el anzuelo.
Grítales, enrojecido el rostro, levántate,
sácalos a la fuerza de la silla, agárralos por los hombros tiesos y sacúdelos y chilla;
no sé inmutarán, ni siquiera pasarán apuro; volverán a dejarse caer en el asiento.
   
El té se ha enfriado.
Te lo bebes de pie
y sales de casa.


De "El amor no lo es todo"
    

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