6.8.24

Marina Tsvietáieva. 3

Hoy era el deshielo, hoy
me quedé junto a la ventana.
La mirada más sobria, el pecho más libre,
de nuevo sosegada.
   
No sé por qué. Quizás,
simplemente el alma estaba cansada,
y no tenía ganas de rozar
el lápiz rebelde.
   
Así estuve de pie -en la oscuridad-
alejada del bien y del mal,
tamboreando suavemente con los dedos
sobre el cristal que apenas sonaba.
   
Para el alma no es ni mejor ni peor
que el primero que llega-
que los nacarados charcos,
donde se vierte el firmamento.
   
Que el pájaro que vuela libremente
o sencillamente el perro que corre.
Ni siquiera una cantante callejera
ha podido conmoverme.
   
El arte querido del olvido
ya le es familiar a mi alma.
Y un cierto sentimiento muy fuerte
hoy se ha fundido en mí. 


24 de octubre de 1914


De "La amiga"
    

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