Quién sostiene las luces que cruzan en la sombra
de ésta mi densa soledad tan rara!
Cuando el florón más tenue de la alfombra
se cambia en el contorno de tu cara!
Cruje una puerta... suenan unos pasos.
Es el viento, es la nada, es lo invisible!
Tú estás lejos de mí, fijo de brazos
ante mi grito ahogado a lo imposible!
Marca el reloj la hora en que no vienes...
No has de venir jamás, amado mío.
Entre tú y yo está el hierro de mil trenes,
miles de piedras... y un atroz vacío.
De "Un amor en Nueva York"
En "De la herida a la gloria. Poesía completa"
No hay comentarios:
Publicar un comentario