Tres fuerzas modelaron el paisaje de mi vida. Dos de ellas aplastaron a medio mundo. La tercera era muy pequeña y débil y, en realidad, invisible. Era un pajarito tímido, escondido entre mis costillas, unos pocos centímetros por encima de mi estómago. A veces, en los momentos más inesperados, el pájaro se despertaba, alzaba la cabeza y sacudía las alas como en éxtasis. Entonces, yo también alzaba la cabeza, pues en ese preciso instante sabía a ciencia cierta que el amor y la esperanza son infinitamente más poderosos que el odio y la furia, y que en algún lugar más allá de la línea de mi horizonte estaba la vida, indestructible, siempre triunfante.
La primera fuerza fue Adolf Hitler; la segunda, Iósif Vissariónovich Stalin. Ellos hicieron de mi vida un microcosmos en el que se condensa la historia de un pequeño país en el corazón de Europa. El pajarillo, la tercera fuerza, me mantuvo con vida para poder contar esta historia.
Principio de "Bajo una estrella cruel"
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