Mostrando entradas con la etiqueta *Poemas de amor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta *Poemas de amor. Mostrar todas las entradas

4.10.12

Anne Sexton. A mi amante regresando junto a su esposa


Ella está toda allí.
Fue derretida cuidadosamente para ti
y moldeada desde tu infancia,
moldeada desde tus cien edades preferidas.

Ella siempre ha estado allí, cariño.
Ella es, de hecho, exquisita.
Fuegos artificiales en el centro de un sombrío febrero
y tan real como una olla de hierro.

Afrontémoslo, yo he sido pasajera.
Un lujo. Un balandro rojo y brillante en el puerto.
Mi pelo flotando como humo por la ventanilla del coche.
Almejas fuera de temporada.

Ella es más que eso. Ella es tu tengo que tener,
ha potenciado tu crecimiento práctico y tropical.
Ella no es un experimento. Ella es toda armonía.
Ella cuida de que la barca tenga remos y toletes,

ha puesto flores silvestres en la ventana para el desayuno,
sentada junto al torno a mediodía,
parió tres hijos bajo la luna,
tres querubines dibujados por Miguel Ángel,

y lo hizo con las piernas abiertas
en los meses terribles en la capilla.
Si miras hacia arriba, los niños están allí
como delicados globos apoyados en la pared.

También ha llevado a cada uno pasillo abajo
después de la cena, sus cabezas discretamente torcidas,
dos piernas protestando, cara a cara,
ella tiene el rostro encendido con una canción y su pequeño sopor.

Te devuelvo el corazón.
Te doy permiso−

para la fusión en ella, vibrando
iracundo en el barro, para la perra que hay en ella
y el enterramiento de su herida−
para enterrar viva su pequeña herida roja−

para la pálida bengala titubeante bajo sus costillas,
para el marinero borracho que aguarda en su pulso izquierdo,
para su rodilla de madre, para las medias,
para el liguero, para la llamada.

La extraña llamada
cuando te cobijes entre sus brazos y pechos
y tires de la cinta naranja en su pelo
y contestes a la llamada, la inquisitiva llamada.

Ella es tan desnuda y singular.
Ella es la suma de ti mismo y de tu sueño.
Escálala como un monumento, paso a paso.
Ella es sólida.

En cuanto a mí, yo soy una acuarela.
Yo soy lavable.
De "Poemas de amor"
    

23.8.12

Anne Sexton. Nosotros

Yo estaba envuelta en piel
negra y blanca y
tú me deshiciste y entonces
me colocaste en luz dorada
y entonces me coronaste,
mientras la nieve caía
tras la puerta como dardos diagonales.
Mientras una nieve de diez pulgadas
caía como estrellas
en pequeños fragmentos de calcio,
estábamos en nuestros propios cuerpos
(ese cuarto que nos enterrará)
y tú estabas en mi cuerpo
(ese cuerpo que nos sobrevivirá)
y al principio te froté
los pies secándolos con una toalla
porque yo era tu esclava
y entonces me llamaste princesa.
¡Princesa!

Oh entonces
me puse de pie en mi piel dorada
y me deshice de los Salmos
y me deshice de la ropa
y tú desataste la brida
y tú desataste las riendas
y yo desabroché los botones,
y deshice los huesos, los equívocos,
las postales de Nueva Inglaterra,
las noches de enero pasadas las diez
y nos erguimos como trigo,
hectárea tras hectárea de oro,
y cosechamos,
cosechamos.


De "Poemas de amor"
   

4.8.12

Anne Sexton. Ese día


Este es el escritorio en el que me siento
y este es el escritorio donde te amo demasiado
y esta es la máquina de escribir ante mí
donde ayer sólo tu cuerpo estaba ante mí
con sus hombros recogidos como un coro griego,
con su lengua como un rey que se inventa las reglas por el camino,
con su lengua abierta como un gato bebiendo leche a lengüetazos,
con su lengua -los dos enrollados en su resbaliza vida-.
Eso fue ayer, ese día.

Ese fue el día de tu lengua,
tu lengua que vino de tus labios,
entreabiertos, medio animales, medio pájaros
atrapados en el portal de tu corazón.
Ese fue el día en que seguí las reglas del rey,
atravesando tus venas rojas y tus venas azules,
mis manos bajando por la columna, rápidas como bomberos,
manos entre piernas donde muestras tu sabiduría interior,
donde se entierran minas de diamantes y vienen a ser enterrados,
más rápido que alguna ciudad reconstruida.
Está terminado en cuestión de segundos, ese monumento.

La sangre corre subterránea pero da lugar a una torre.
Una multitud debería congregarse para tal edificación.
Por un milagro uno se pone a la cola y tira confetis.
Seguramente La Prensa está aquí buscando titulares.
Seguramente alguien debería portar una pancarta sobre la acera.
Si se construye un puente no corta el alcalde un lazo?
Si un fenómeno llega no deberían los Reyes Magos traer regalos?
Ayer fue el día en que traje regalos para tu regalo
y vine del valle para encontrarme contigo sobre la acera.
Eso fue ayer, ese día.

Ese fue el día de tu cara,
tu cara después del amor, cerca de la almohada, una nana.
Medio adormilado a mi lado dejando que el viejo balancin se detuviera,
nuestra respiración se volvió una, se volvió una infantil unida,
mientras mis dedos dibujaban pequeñas oes en tus ojos cerrados,
mientras mis dedos dibujaban pequeñas sonrisas en tu boca,
mientras escribía TE QUIERO sobre tu pecho y su tambor
y susurré"despierta!", y tú murmurabas en tu sueño,
"Sh. Estamos conduciendo hacia Cape Cod, vamos hacia el puente Bourne.
Estamos circundando el círculo Bourne." Bourne!
Entonces te conocía en tu sueño y rezaba al día
en que yo sería perforada y tú enraizarías en mí
y en que pudiera traerte tus niños, pudiera portarte
a ti o a tu fantasma en mi pequeño hogar.
Ayer no quise ser prestada
pero esta es la maquina de escribir que está ante mí
y el amor está donde está el ayer.


De "Poemas de amor"
   

27.7.12

Anne Sexton. Sólo una vez


Sólo una vez supe para qué servía la vida.
En Boston, de repente, lo entendí;
caminé junto al río Charles,
observé las luces mimetizándose,
todas de neón, luces estroboscópicas, abriendo
sus bocas como cantantes de ópera;
conté las estrellas, mis pequeñas defensoras,
mis cicatrices de margarita, y comprendí que paseaba
   mi amor
por la orilla verde noche y lloré
vaciando mi corazón hacia los coches del este y lloré
vaciando mi corazón hacia los coches del oeste y llevé
mi verdad sobre un pequeño puente encorvado
y apresuré mi verdad, su encanto, hacia casa
y atesoré estas constantes hasta el amanecer
sólo para descubrir que se habían ido.

De "Poemas de amor"